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11 marzo, 2025En la actualidad, se fomenta la búsqueda de un espacio terapéutico para obtener un equilibrio mental, para vivenciar una estabilidad en el presente, evitando que los estímulos externos generen alteraciones en nuestro psiquismo, sin embargo, al no tener un soporte con algún profesional de la salud pueden existir dificultades para nuestro día a día, causando malestares internos que podrían mantenerse vigentes por un periodo considerable.

Existen ciertas temporadas, donde podemos encontrarnos susceptibles como el día del amor y la amistad, el día de la mujer, el día de familia entre otras, las cuales son espacios donde emergen diferentes sentimientos que al no estar analizados puede causar un efecto secundario inflexible para la estabilidad emocional que se busca, por ello, se puede cuestionar ¿si se tienen las herramientas yoicas necesarias? Porque al encontrarse con circunstancia complicadas, se podría manejar de una manera adecuada por el sostén psíquico que mantenemos.
Con base en lo anterior, se pueden buscar diferentes alternativas o materiales para mantener una estabilidad emocional o estar abiertos a la reflexión, por ejemplo, los libros como “Este dolor no es mío”, “Deja de ser tu”, “Nada es tan terrible” entre otros, son de apoyo para continuar con el análisis que podemos tener de nuestra vida o dar inicio al cuestionamiento del sentir, estar y mostrar frente a los demás, donde puede nacer la búsqueda de un espacio terapéutico o grupo de ayuda.
Liberman (1993) enfatiza que este vacío emocional no solo impacta la mente, sino que también deja marcas en el cuerpo. El sufrimiento no procesado y simbolizado busca una salida, y el cuerpo se convierte en el escenario donde la angustia no resuelta se manifiesta en forma de síntomas psicosomáticos. Los cuales, según el autor, no son solo enfermedades físicas sino que se tratan de expresiones de una desconexión emocional profunda. Y es a través del órgano que enferma, una forma de intentar recuperar la unidad psicosomática rota. Esto significa que el cuerpo actúa como un mensajero, señalando lo que la mente no ha podido procesar ni expresar.
En este contexto, a través de una reconexión emocional, es posible contener el sufrimiento y recuperar la unidad entre cuerpo y mente. Pues como ya se ha dicho, la sobreadaptación, aunque inicialmente resulta una estrategia de supervivencia, tiene un costo emocional, mismo que puede terminar en una desconexión cuerpo- mente que, a su vez, lleva a una desconexión interna, con el alma y con el mundo.
Referencia:
- Liberman. (1993). “Del cuerpo al símbolo: Sobreadaptación y enfermedad psicosomática”. Interacción familiar. p.p. 57 - 110