
Resiliencia(s)
11 marzo, 2025
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11 marzo, 2025En nuestra vida cotidiana nos encontramos son situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad de resolver problemas, o situaciones que desajustan nuestro confort; pensemos en el simple hecho de que empieza a llover y me encuentro en la calle buscando resguardo o abriendo un paraguas para cubrirme de la lluvia.
Ahora bien, “cuando los estímulos externos no se pueden alterar, las estrategias de mejoría se dirigen a la capacitación de los individuos para la resolución de sus problemas y el manejo de sus habilidades, de modo que estén mejor preparados para sobrevivir a los sucesos críticos de la vida” (Slaikeu, 2000).
La realidad es que muchas circunstancias de la vida salen fuera de nuestro control, y no se pueden prever todos los escenarios posibles, incluso en ese caso estaríamos hablando de rasgos paranoides. La cuestión es que la vida misma se conforma de una serie de cambios, nos lo dice nuestro cuerpo que se desarrolla desde que es un feto hasta que vamos perdiendo funciones por el envejecimiento. En ese trayecto encontramos muertes de personas allegadas, problemas económicos, ambientales, sociales, ante los cuales hay que responder de la mejor manera posible.
Si nos interesamos en las raíces semánticas de la “crisis”. “El término chino (weiji) se compone de dos caracteres que significan peligro y oportunidad. La palabra inglesa se basa en el griego Krinein, que significa decidir. Las derivaciones de la palabra griega indican que la crisis es a la vez decisión y discernimiento” (Slaikeu, 2000).

Tendremos que distinguir entre crisis circunstanciales, aquellas que nos toman por sorpresa, que no esperamos, y aquellas a las que nos podemos anticipar y que denominaremos crisis de desarrollo y que podríamos decir, tienen cierta regularidad en la vida del ser humano, como pasar de la infancia a la adolescencia.
Me parece muy importante destacar la idea de la estructura cognoscitiva del sujeto, y que Slaikeu en su texto “Intervención en crisis”, señala como uno de los principales factores de crisis; este se refiere a un esquema referencial, el cual recibe nueva información que no corresponde con las ideas iniciales, por ejemplo: unos padres podrían suponer que sus hijos morirán después que ellos (esquema referencial) y si ocurre que uno de sus hijos muere joven en un accidente, este hecho desafía y se contrapone a la idea primera, pero también puede ocurrir ante un rompimiento de pareja, donde una de las partes daba por sentado que llegarían al matrimonio y a la senectud juntos, pero si terminan la relación, dicho acontecimiento genera muchas veces crisis en la persona que tenía el esquema referencial descrito.
Pero es importante insistir en el hecho de que los acontecimientos similares, nos afectan de diferente manera. Y para ello sirve de mucho pensar en que la persona se puede ver comprometida en una o varias áreas como los sentimientos, la conducta, los pensamientos, el cuerpo, las relaciones sociales, etc. Lo que es cierto, es que este estado de vulnerabilidad nos obliga a hacer cambios, a adecuarnos, adaptarnos, lo cual es indispensable para la supervivencia.
En el texto encontramos la propuesta de que las crisis se resuelven en un lapso de 4 a 6 semanas, lo cual a primera vista pudiera sonar incorrecto, pero si pensamos esto a partir de que los seres humanos no somos capaces de sostener o soportar periodos largos de desorganización, nos invita a pensar en que hay etapas en las que el equilibrio se restaura, y tal vez hasta pudiera parecer cíclico, pensemos por ejemplo en que no podemos vivir bajo el agua (problemas), moriríamos, pero si podemos salir de vez en vez a tomar un poco de aire, para sobrevivir, lo cual también nos invita a pensar en que estos estados de estable inestabilidad se pueden convertir en la resolución de la crisis.
Lo interesante de las crisis es que siempre podemos intervenir, y en este punto podemos hablar de necesidades materiales, recursos personales y sociales. Que un profesional de la salud sea el encargado de restablecer a una persona entendiendo y atendiendo sus necesidades, reconociendo nuestras propias limitaciones no es labor sencilla por lo que debemos contar con estos y otros marcos conceptuales, que mucho nos ayudarán a modificar la percepción de que las crisis son sinónimo de enfermedad mental, por el contrario, me atrevería a decir que las crisis son saludables y necesarias.
Referencia
Slaikeu, K. A. (2000). Intervención en crisis. En K. A. Slaikeu, Intervención en crisis (pág. 575). México: El Manual Moderno.