
Burnout: una amenaza para tu salud mental
9 diciembre, 2024
Salud mental de los trabajadores en México
10 diciembre, 2024En el marco del mes en el que se festeja el “Día Mundial de la Salud Mental” (10 de octubre), mucho se ha descrito la importancia del bienestar biopsicosocial que todos debemos promover, sin embargo, muy probablemente podríamos asociar que la salud mental en específico es responsabilidad de profesionales como el psicólogo o el psiquiatra, además de todos los involucrados en las neurociencias.
Si lo pensamos detenidamente, parece que todas las profesiones y oficios surgen de las necesidades que tenemos como especie; un arquitecto puede proveer hogares, un electricista acondiciona un espacio y hacerlo cómodo, habitable, una dentista nos quita el dolor, y así podríamos enumerar un sinfín de actividades cuyo fin último es preservar la vida, aliviar el dolor o hacer más cómodo nuestro transitar en este mundo.
Somos seres interdependientes que desde que nos inauguramos en este planeta, necesitamos de los cuidados de otro, en el escenario ideal sería una madre o alguien que dote de los cuidados y condiciones necesarias para sobrevivir, y hay que decir que la especie humana es la que por más tiempo depende del entorno, antes de poder alardear de cierta “independencia”.

Ahora bien, quiero prestar especial atención a la palabra “cuidar”, la cual, sin lugar a dudas, puede significar diferentes habilidades y cualidades; también depende de los recursos con que se cuenten en el entorno, y con ello me refiero a factores sociales, ambientales, económicos, comunitarios, familiares, personales; tratando de describir un proceso que va de lo general a lo particular. Así pues, podemos describir a una madre que cuida a su segundo hijo recién nacido mientras procura a su primogénito de apenas año y medio de edad, además de ser madre soltera y vivir en una comunidad en condiciones precarias, donde los servicios son limitados. ¿Será labor sencilla para esta madre cuidar a sus hijos?, ¿qué debe ser prioridad, su propia salud o la de sus vástagos?
Cuidar no es labor sencilla, y se difunde como una actividad que debemos procurarnos, procurar a nuestra familia, a nuestro planeta, etc. La realidad es que cuidar, no es una cualidad que podemos generalizar en toda la especie humana, ya que nos remite a ser empáticos con la necesidad del otro.
“Los profesionales de la salud, además de la calidad operativa, competencias técnicas y conocimientos científicos, deben desarrollar y expresar aptitudes y actitudes vinculares o afectivas que favorezcan el relacionamiento con los pacientes, lo que hace que se impliquen personalmente y trasciendan la mera entrega de un servicio transitorio; este factor de empatía” (Tobón-Restrepo, 2020) se puede ver afectado por las condiciones alrededor del cuidador, en el caso de la salud mental, el terapeuta.
A lo anterior le podemos sumar las expectativas que el paciente pone sobre el psicoterapeuta, la urgencia a ver satisfecha su demanda de “cura”, la frustración ante la velocidad con la que los síntomas mejoran, desgaste emocional en el paciente por la enfermedad que padece, la capacidad del paciente para dejarse cuidar, la confianza que sienta en el método y en el profesional, y una larga lista de factores que hacen difícil afrontar la tarea de cuidar al otro.
Todo lo anterior puede llevar al profesional de la salud mental a experimentar: “estados de ansiedad, frustración, enojo y agotamiento, o en algunos casos todo lo contrario, según los recursos personales de afrontamiento” (Tobón-Restrepo, 2020).
El abatimiento, el cansancio, el estrés que puede llevar a vulnerar el sistema inmunológico, y con ello hacerlo propenso a enfermedades. “Este panorama de consecuencias podría resultar desalentador para el profesional en salud, siempre que se considere que es de obligatorio tránsito el padecimiento de los trastornos de ansiedad como estrés o burnout, pero la predisposición a este trauma secundario prevalece en los cuidadores que no presentan adecuadas estrategias de afrontamiento y que para tramitar su ansiedad recurren a formas personales como la autolesionen las dependencias químicas, en lugar de buscar apoyo en sus grupos de contención y otros profesionales u otras estrategias psicosociales” (Tobón-Restrepo, 2020).
El panorama mejora cuando pensamos en las alternativas que se tiene para el autocuidado, por ejemplo, podemos considerar que un tiempo de descanso, recreación, relaciones sociales saludables, hace que los niveles de satisfacción aumenten y por tanto se puede encontrar un sentido y propósito de vida. Si a esto agregamos que el profesional se sienta suficientemente eficaz con base en su formación profesional y habilidades terapéuticas, aumentará su nivel de autoeficacia. El autocuidado es primordial, nos llevará a una práctica clínica ética y responsable, realmente empática.
Referencias:
Tobón-Restrepo, L. J. (1 de Diciembre de 2020). Sistema de Información Científica Redalyc. Obtenido de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=407772260017